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FVF: el Mundial en familia de Verónica Herrera

El camino que lleva desde las primeras patadas al balón en tu barrio hasta una cita mundialista es largo y arduo. Pero el que enlaza la capital de Venezuela con la de Jordania no le va muy a la zaga… En primer lugar, para Verónica Herrera, que tuvo que pelear con sus compañeras de selección para obtener un billete a la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA 2016 en el difícil clasificatorio sudamericano. Pero también para su familia, a la que le resultaba impensable no estar a su lado en tierras jordanas.

“Desde el Campeonato Sudamericano, empezamos a buscar la mejor manera de llegar hasta aquí”, cuenta a FIFA.com su madre, Mary Carmen Souto, sentada en las gradas del Estadio Internacional de Ammán mientras la Vinotinto juega contra Camerún. “Al principio, nos costó un poco imaginar cómo íbamos a hacerlo. Nos informamos y encontramos la solución, pero no fue fácil”.

“Viajamos de Venezuela a Miami”, continúa, precisándonos el itinerario. “Permanecimos 24 horas allí. Después, Miami-Estambul y Estambul-Ammán. En total, 20 horas de vuelo. Estábamos cansados, pero realmente vale la pena…”, añade mientras señala con el dedo el césped, donde su hija está contribuyendo a la victoria venezolana. A su lado, el abuelo y la tía de la joven defensa, ambos vestidos con la camiseta de su protegida, no pueden sino asentir.

“Es una motivación adicional cuando miro a la grada”, confiesa Verónica a FIFA.com tras el pitido final. “Ya antes del campeonato sudamericano, prometí a mi madre y a mi abuelo que, si nos clasificábamos para el Mundial, con el dinero que ganase, les regalaría el billete para acompañarme. Y como lo prometí, lo hice”, añade, con una enorme sonrisa que revela su alegría por hacer disfrutar a sus parientes. Así, además de mamá y el abuelo, su tía también se apuntó a la aventura.

Un gran círculo familiar
“Tengo una relación especial con ella”, nos explica esta última, Letty Hernández, cuya mirada se ilumina cuando habla de su sobrina. “¡Sobre todo porque ella es especial! Y lo es desde que nació. Nació para ser una ganadora. Desde que era muy pequeña, es una chica estupenda. Su energía y su buen humor son contagiosos para los que están a su alrededor. Nos hace estar orgullosos de ella”.

Es más, tía Letty considera que el cariño hacia Verónica transciende el círculo familiar: “Toda Venezuela les está agradecida por lo que hacen y por el orgullo que nos aportan; no sólo Verónica, sino toda la selección. Es extraordinario lo que están haciendo estas chicas, y que no lo han hecho los hombres, desgraciadamente. Todo el pueblo venezolano está unido apoyando a esta Vinotinto”, resalta.

Entre esos millones de seguidores, uno de ellos está especialmente atento y, sobre todo, más exigente que los demás. José Souto, de 79 años, y a quien ya entrevistó FIFA.com en Costa Rica 2014, es el que mejor conoce a la zaguera, y el menos sorprendido por verla alcanzar este elevado nivel. “Desde que ella tenía 5 años, siempre la he acompañado a los entrenamientos; y siempre le decía que, algún día, Venezuela llegaría a jugar un Mundial”, asegura a FIFA.com, sin apartar la vista del partido en juego.  

Y es que la familia no se puede permitir distraerse durante el encuentro… “Después de cada partido, vienen a verme al hotel y a decirme lo que hice bien, los errores que cometí, y lo que debo mejorar”, revela Verónica. Aunque las palabras no son siempre las que esperaba oír… “¿Los consejos que le doy? ¡Le digo simplemente que siempre lo hace todo mal! Así, la siguiente vez, ¡lo hace todo mejor aún!”, esboza el abuelo José con una sonrisa en los labios, una mirada traviesa, y la gorra de la Vinotinto encasquetada sobre sus cabellos plateados de la sabiduría.

Ningún problema, abuelito
Nada más acabar la frase, sobre el césped, su nieta sufre un encontronazo que la deja tendida en el suelo, y necesita la entrada de las asistencias. Mamá y la tía se muerden las uñas. En cambio, el abuelito permanece sereno. “Forma parte del fútbol; no tengo miedo de llevarme golpes”, nos asegura Verónica después del encuentro, a propósito de ese susto finalmente sin consecuencias. “Cada vez que ocurre, mi madre y mi tía se inquietan y me dicen que tenga cuidado. En cambio, mi abuelo nunca se preocupa, porque sabe que en todos los partidos nos llevamos golpes”.

Mary Carmen, no obstante, está acostumbrada a esa clase de escenas, y ha visto cientos de veces caer y levantarse a su niña, como tantas mamás cuyos hijos juegan al fútbol. Sobre todo, mamás de niños, ¿no? “Dicen que es un deporte de chicos. Pero en primer lugar, es un deporte. ¡Y el deporte no tiene género!”, responde con firmeza. “Ella optó por el fútbol a los 5 años y, desde entonces, nos hemos acostumbrado a todo tipo de comentarios. Pero nosotros, y sobre todo ella, nunca lo hemos visto como un deporte de chicos. A mí nunca me ha molestado que jugase al fútbol”.  

Menos mal, porque de lo contrario, habría sido difícil convivir bajo el mismo techo. “Ella juega al fútbol, habla de fútbol, ve fútbol… Su vida es el fútbol”, concluye su madre, orgullosa. El fútbol, pero no sólo: también su familia…

fifa.com

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