Aquel viernes 27 de julio de 1984, el estadio de la ciudad de Avellaneda presentaba un lleno absoluto, como en sus grandes noches. El público de Independiente se volcó masivamente para presenciar otra posible consagración, un eslabón más en esa cadena, un paso más en ese romance inclaudicable que mantenía con la Copa Libertadores.
Aquel viernes 27 de julio de 1984, el estadio de la ciudad de Avellaneda presentaba un lleno absoluto, como en sus grandes noches. El público de Independiente se volcó masivamente para presenciar otra posible consagración, un eslabón más en esa cadena, un paso más en ese romance inclaudicable que mantenía con la Copa Libertadores.
El 0-0 ante Gremio le permitió escribir un nuevo capítulo de la mágica historia, llevar la séptima copa a las pletóricas vitrinas de la institución. Pero se había empezado a a ganar tres días antes, en el partido de ida en Porto Alegre, donde los hombres dirigidos por José Omar Pastoriza, dictaron una cátedra de fútbol, llenando con tarea espectacular cada centímetro del estadio Olímpico.
Pocas veces un resultado fue tan escaso por la diferencia entre uno y otro equipo. El magro 1-0 final no reflejó la superioridad que le impusieron los “rojos” a su adversario desde el minuto 1 al 90. El cuadrado mágico que componía la mitad de la cancha dio una de sus mejores funciones: Ricardo Giusti, Claudio Marangoni, Jorge Burruchaga y Ricardo Bochini jugaron e hicieron jugar a todos sus compañeros, en una actuación deslumbrante.
Y ese dominio se plasmó en la red a los 24 minutos. Marangoni capturó una pelota y se la entregó a Bochini sobre la izquierda, quien picó y de pronto aplicó el freno, desconcertando a una defensa que esperaba en línea. Como un mago, puso un perfecto pase en cortada al vacío, habilitando a Burruchaga. Éste la dominó y con frialdad la colocó por sobre el cuerpo del arquero Joao Marcos. Un golazo, con la marca de Independiente.
Gremio intentó el empate, adelantando a sus laterales Casemiro y Paulo César y buscando en forma permanente a Renato, el delantero más peligroso, que era anticipado una y otra vez por su marcador Carlos Enrique. Cada intento de los locales, era desactivado por el trabajo impecable de su rival. Los minutos pasaban y flotaba la sensación de un inminente segundo gol de Independiente. Lo tuvo Alejandro Barberón, pero el poste le dijo que no.
La revancha fue otra historia, más parecida a los clásicos encuentros cerrados y parejos de la Copa Libertadores. Casi no hubo situaciones de riesgo y el cuadro de Porto Alegre lentamente se fue resignando, sabiendo que el desenlace era inevitable. Independiente volvió a gritar campeón. Levantó por séptima vez ese anhelado trofeo. Pasaron 31 años y sigue siendo el máxima ganador. El Rey de Copas.
Formaciones del último partido. Independiente: Carlos Goyén; Néstor Clausen (Rodolfo Zimmermann), Hugo Villaverde, Enzo Trossero, Carlos Enrique; Ricardo Giusti, Claudio Marangoni, Ricardo Bochini, Jorge Burruchaga; Sergio Bufarini, Alejandro Barberón. DT: José Omar Pastoriza. Gremio: Joao Marcos; Casemiro, Baidek, De León, Paulo César; Osvaldo, China, Luis Carlos; Renato, Guilherme, Tarciso. DT: Carlos Froner
Eduardo Bolaños/conmebol.com